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Los Mitoteros

Los acontecimientos de la delegación municipal del Rosario son parte de la confrontación entre grupos que ha existido por años en este antiguo pueblo. Aun cuando la mayoría de sus habitantes están unidos por nexos familiares, esto no ha ayudado a consolidar los criterios en la búsqueda del bien común de los rosarenses.

Los conflictos ejidales y pesqueros son “la manzana de la discordia” que ha llevado a hechos demasiado álgidos y preocupantes para las autoridades de los tres niveles de gobierno, quienes no han logrado encontrar el hilo de la madeja que lleve a una solución y reconciliación definitiva entre los tres grupos de rosarenses enfrascados en las disputas.

Desde luego, la delegación municipal no ha escapado a este conflicto interno entre los residentes del Rosario, sobre todo cuando se trata de designar un delegado que se apegue a los intereses de unos y otros. Esto es con la finalidad de evitar conflictos, como los ocurridos el pasado miércoles, cuando se bloqueó la carretera transpeninsular por estar en desacuerdo con la designación de Karely Benítez González como delegada.

La exigencia de regresar a la delegación a Rogelio Espinosa provocó algunos momentos álgidos, pues se tenía que respetar la paridad de género en la designación de delegados, lo cual obligaba a que se propusiera a una mujer distinta a Karely Benítez González para cumplir la exigencia de los rosarenses y terminar con este conflicto.

Entre acuerdos y desacuerdos, los rosarenses aceptaron que la hija del anterior delegado resultara la encargada de la delegación municipal del Rosario. Sin embargo, posteriormente, la presidenta municipal empezó a recibir mensajes de ciudadanos del Rosario, que cuestionaban la designación de la hija del exdelegado Rogelio Espinosa.

Desde luego, los partidos opositores a Morena no desaprovecharon este movimiento para echarle leña a la hoguera pretendiendo capitalizarlo hacia su causa a pesar de recibir algunos abucheos de quienes los identificaron como simpatizantes y militantes de los partidos tradicionales, que en su momento aceptaban los rosarenses.

La pregunta es: ¿quién tendrá la capacidad conciliatoria, autoridad y elementos para resolver de manera definitiva los conflictos ejidales y pesqueros, que desde siempre han representado la manzana de la discordia?

No es Miriam Cano Núñez, ni Karely Benítez González, los causantes de estos eternos conflictos, sino la cerrazón de un pueblo para ponerse de acuerdo por el bien común de su comunidad.

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