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Una invitación especial

Amigo/a, como ya te habrás dado cuenta, me gusta hacer preguntas personales, y hoy tengo otra para ti: ¿Cuál es tu mayor complejo? ¿Hay algo de tu persona, de tu carácter o de tus hábitos que te cause vergüenza?

He tenido varios complejos en mi vida, pero hoy quisiera contarte uno que experimenté mientras crecía. A los 12 o 13 años, mis padres se dieron cuenta, mediante un examen, de que necesitaba usar lentes. ¡Y déjame decirte que no me gustó para nada! En ese tiempo, los lentes todavía no eran “cool”; más bien, era la época en que nos decían “cuatro ojos” y otros sobrenombres.

De hecho, por esto no usé lentes durante 10 años, solo por vergüenza a lo que otros pudieran decir, y prefería sufrir por mi falta de visión. Me tomó tiempo superar eso, pero hoy en día uso lentes 24/7 y disfruto de las ventajas de tener una vista en alta definición.

¿Te ha pasado algo así? La mayoría de nosotros intentamos tapar esas cosas que nos causan vergüenza con otras, algo que nos haga sentir bien de alguna manera. Cuando leo la historia de Zaqueo en la Biblia, siempre me pregunto si no fue algo así lo que él vivió.

Lucas 19 nos cuenta sobre el encuentro divino de Zaqueo con Jesús. La Biblia nos dice que Zaqueo era cobrador de impuestos y que era rico. Hasta ahí, podríamos pensar que lo tenía todo resuelto en su vida, ¿no? Sin embargo, me parece muy interesante que la Biblia nos da otro dato sobre su persona: nos dice que “era bajo de estatura”.

Al leer esta historia y saber cuán odiados eran los cobradores de impuestos en ese tiempo por ser personas que robaban a su propio pueblo en nombre de Roma, me pregunto: ¿por qué la Biblia nos cuenta que era bajo de estatura? Me pregunto si, tal vez, llegó a sufrir de alguna manera por esto, a tal punto que decidió cubrirlo con riqueza y el desprecio de su pueblo. ¿Qué piensas?

Pero lo que más me gusta de esta historia es ver que Zaqueo tenía un anhelo por algo más, a tal punto que estaba dispuesto a subirse a un árbol para poder ver a Jesús. Y Jesús lo nota y le dice: “Zaqueo, baja enseguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa”.

Después, podemos ver una hermosa historia de transformación en su vida. Zaqueo promete devolver hasta cuatro veces lo que ha robado y dar la mitad de sus bienes a los pobres. Y es que, de repente, Zaqueo ya no necesitaba esas cosas, porque había encontrado una nueva identidad en Jesús, ¡y eso lo cambió todo!

Amigo/a, ¿dónde estás poniendo tu identidad hoy? ¿Te sientes perdido en este aspecto? Mira las palabras de Jesús a Zaqueo; “el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. 

Hoy Jesús quiere quedarse en tu casa, la pregunta es ¿le abrirás la puerta?

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